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Equinoccios: cuando todos recibimos la misma cantidad de luz solar

septiembre 22, 2023 por Redacción VU

Dos veces al año, ambos hemisferios de la Tierra reciben la misma cantidad de luz del Sol. En esos días, uno en marzo y otro en septiembre, la noche y el día tienen prácticamente la misma duración. De ahí que, al igual que muchos términos científicos, este fenómeno recibe un nombre que surge de la combinación de dos palabras en latín, «aequus» (igual) y «nox» (noche): equinoccio.

En el episodio «Las cuatro estaciones» del pódcast de Vuelta por el Universo, disponible en Spotify, Youtube y Apple Podcasts, Félix González explica los movimientos que hace nuestro planeta en el espacio y nombra como uno de ellos a la precesión: «es un movimiento que hace que la tierra se bambolee como un trompo que está por caer», y agregó que «tiene un periodo de 26.000 años». En este momento, este «bamboleo» nos encuentra aproximadamente 23 grados inclinados respecto al plano por el que el planeta orbita alrededor del Sol, lo que cumple un rol fundamental en la existencia de la estaciones, así lo explica en el mismo episodio Daniel Fernández: «esto hace que en un momento dado de la órbita (en diciembre), nosotros desde el hemisferio sur estemos recibiendo los rayos del Sol mucho más directos que en el hemisferio norte (…) Seis meses después va a pasar lo opuesto».

Fernández valora a este ángulo como «importantísimo»: «es el ángulo de insolación sobre la superficie. Cambia la temperatura y genera diferentes franjas sobre la superficie de la Tierra«.

Así como sucede con los equinoccios, solsticios hay dos por año. A fines prácticos, siempre recordamos el día 21 de los meses de marzo, junio, septiembre y diciembre como las fechas indicadas, pero esto puede variar un par de días hacia adelante o hacia atrás. En el hemisferio sur, en marzo se da el equinoccio que da comienzo al otoño, en junio el solsticio que marca el inicio del invierno, en septiembre el equinoccio inaugura la primavera y en diciembre el primer día de verano es marcado por el segundo solsticio.

Como evento astronómico lo más apreciable a escala humana en un equinoccio es la duración en partes iguales del día y la noche, y la salida del Sol que se da exactamente por el punto cardinal este y se oculta exactamente por el oeste.

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